Camino entre las calles de París. Me detengo frente a La Bastille, La Concorde, Invalides, El Arco del Triunfo y me siento maravillada. Son lugares llenos de historia, de magia, de París. Es en ese momento que millones de pensamientos atraviesan mi mente como un tren de alta velocidad, y me pregunto ¿Cómo llegué aquí? ... Me dirijo hacia alguna calle perdida, alejada de turistas y de ruido y encuentro un pequeño café, me siento y pido un café crème y mi mente se pone a divagar mientras bebo el delicioso elixir de media tarde. De pronto una idea asalta mi cabeza, creo saber cómo llegué aquí.
Es casi imposible no sentirme atraída a estos grandes lugares históricos. Cuando estoy frente a ellos, un solo pensamiento atraviesa mi cerebro y se instala ahí durante toda mi visita: "Desearía que El Capitán estuviera aquí".
"El Capitán" es mi padre, es el hombre que me ha motivado toda mi vida. Es mi gran orgullo y mi ejemplo a seguir. Es el hombre que me enseñó a ser curiosa y a buscar más. Es el hombre con quien comparto horas de discusiones de historia, filosofía, religión y otras ciencias. Una de mis personas favoritas, uno de mis consentidos.
Cuando dejé mi casa y me lancé a la aventura de mi vida, sabía que dejar a mis papás sería lo más difícil, pero increíblemente están conmigo en todo momento. La historia de París es larga y relevante para el mundo entero, y a veces puedo escuchar a mi papá contándome qué sucedió en esos lugares.
Me adentro en un jardín, un callejón, un museo y puedo sentir la presencia de mi padre. Casi puedo sentir su mano insistiendo que la tome antes de cruzar la calle. Camino junto al Sena y me siento a tomar una siesta, creyendo ser él.
Hoy, primero de Septiembre del 2014, El Capitán cumple años. El primero separados, y sin embargo, lo celebramos con un crème y una crepa. Porque en cada paso del camino, él está ahí.
Feliz Cumpleaños, Papá.
Nos vemos pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario