miércoles, 30 de enero de 2013

Empezaba con M..

Empezaba con M el nombre del mejor hombre que tuve la fortuna de conocer. Se llamaba Manuel, y era un hombre ejemplar, sin nada de caprichos pero lleno de amor, un niño muy travieso y con muchas ganas de vivir. Disfruté cada paso que di con él y cada historia que escuché, cada canción y cada danzón que compartió con mi abuela, cada travesura, cada Coca-Cola, cada bolillo, cada dulce y sobre todo, todas y cada una de sus carcajadas.

Mi abuelo, es un modelo a seguir, es una de esas personas que veías de lejos y te preguntabas qué le había hecho la vida para que fuera tan feliz, y cuando al fin, te sentabas a escuchar su historia... te sorprendía como podía llevar esa sonrisa en sus labios, cuando escuchaba que se reunía con sus amigos a jugar dominó, a platicar, a tomar a sus hijos entre sus manos, a enseñarnos millones de juegos y como volvernos expertos en despistar a la abuela para así poder robar galletas y dulces de la cocina, para que después el pudiera comer con nosotros y que mi abuela al entrar a la sala nos viera llenos de mijagas y muertos de la risa.

Nunca creí que lo pudiera perder. Y hoy, exactamente un año después, extraño poder tomarlo de la mano para platicar una vez más de como era Portales cuando él era un niño, extraño tomar un vasito de Coca sin hielos que de acuerdo a mi abuela, sabía a perro mojado, y más que nada, extraño a Sagaz. Extraño escuchar aquella historia de un niño que su padre llevó a la escuela de la  Pereza y dejó ahí, pero era taaaaan flojo que esperaba debajo de un árbol de peras para comer y gritaba "Peras caigan".

Jamás escuché a mi abuelo cantar, pero lo vi bailar. Bailaba danzones con mi abuela, y me enamoré de aquel baile tan sencillo pero tan lleno de sentimiento, nunca he visto a un hombre más enamorado y más lleno de sueños, que a mi abuelo. Aún a los 88 años, él seguía pensando en la siguiente jugarreta, en la siguiente mentira piadosa y en la siguiente carrera que mis primos y yo tendríamos que hacer a la tienda, antes de que mi abuela llegara del mercado. 

Hace un año se fue, y sin embargo, de alguna manera loca, no se ha ido. No creo que en algún momento lo haga, mis primos y yo seguimos hablando con él, le cambiamos sus flores, limpiamos su foto.. pero inconscientemente, seguimos esperando que nos digan que ya nos sentemos a comer, que el abuelo tiene hambre... 

Extraño aquellas películas de vaqueros, de disparos y de hombres con grandes sombreros discutiendo sobre alguna cosa que nunca entendí, pero que me encantaba ver una y otra vez tan solo por ver la emoción de aquellos ojos otra vez..

Te extraño abuelo, pero sé que estás aquí... y sé que siempre voy a encontrar pistas de ti, pistas que nos dejaste... como los dulces pegados al cajón de madera o las grandes tardes, las grandes canciones o incluso la imagen de zapatos flotando por los riachuelos de Portales o de pronto, escuchar en el fondo de mí.. esa carcajada.

Sé que vives en mi, y en todos aquellos que estuvieron cerca de ti. Gracias Abuelo.. Gracias Sagaz.. Gracias.