domingo, 26 de mayo de 2013

Lo que se necesita.

Despertamos con un sentimiento de cambio. Con unas ganas intensas de vivir lo más apasionantemente que se pueda, con unas ganas de cambiar al mundo y a nosotros mismos, con ganas de encontrar un futuro más increíble, más preparado para nosotros, más apto para la persona que queremos ser. 

Todos nos imaginamos a una persona perfecta, alguien que tiene y hace todo lo que querías ser, alguien que sea capaz de tener el físico perfecto, la pareja  perfecta, la vida perfecta, pero no  hacemos nada por conocer ese punto, porque sabemos, aunque sea muy en el fondo, que esa persona no existe. Que aunque no seamos la persona más perfecta del universo, hacemos lo mejor que podemos por al menos, ser capaces de rozar la perfección con la punta de los dedos. Por adquirir ese sabor de boca, ese pensamiento de que el cambio fue perfecto para ti, que el cambio que acabas de hacer, es lo que el mundo esperaba de ti. 

Y llegan noches increíbles. Llegan días irreales. Y por buscar ese sentimiento, por darle esa importancia a un sueño imposible, dejamos ir el sueño real. Dejamos la importancia de algo grande a un lado. Quizás no haya sido el mejor día de tu vida, quizás te dijeron cosas que no estabas listo para escuchar o quizás dijiste cosas que no querías decir, que habías escondido tan bien que nadie sabía que ese tipo de pensamiento se escondía dentro de ti.

Porque sin darnos cuenta, los momentos que cambian tu vida pasan por ti, pasan de lado o a través de ti, y estabas tan concentrado en un mañana que no te diste cuenta del cambio potencial que ese momento significaba. Una conversación en el cine o en una fiesta, un mensaje o una canción, lo que escuchaste de otra pareja o la vez que te sentaste en una cafetería a observar a la gente, son los momentos que sin darte cuenta hacen que valga la pena tu día, tus dudas, tu incertidumbre, tus ganas inmensas de vivir vuelven a tu cuerpo.

Despiertas con nuevas ganas, estás harto de hipocresías, de pretender que aquella persona es el amor de tu vida, de poner títulos a relaciones, de consultar todo con tus amigos... y te dejas ir. Ves el mundo con tus ojos, y aunque quizás no sea el sueño que esperabas, aunque quizás no sea todo como creías... es lo más real que puede ser y que sea tan real... te recuerda que estás vivo y que no preferirías ninguna otra cosa.

sábado, 4 de mayo de 2013

Algo raro.



....

...

..

Y ahí estamos. Ahí estamos los dos.

Te miro con incertidumbre, sé que me volví equivocar.. estoy casi segura de que ya no tenemos como regresar de esto, pero trato de buscar algo en tus ojos, en tu persona, en tus brazos cruzados y tu mirada perdida, en la manera con la que sostienes el cigarro.. pero no hay nada, ahí ya no estoy yo. Aquel amor que nos hacía tanto daño, que creaba tanta destrucción... se ha ido.

Quizás si te hubiera conocido en el fin del mundo, con otra canción que no dijera nada de estrellas o de sueños, tal vez.. si hubiera sido diferente, si tu hubieras estado dispuesto a todo, si yo no estuviera dispuesta a nada... pero todo se queda entre líneas. Hemos aprendido a hablar así, decir cosas triviales y tratar de saber que estábamos sintiendo.

Pero aquí estamos, en ese fin. En ese círculo eterno. Quizás no seamos buenos como amigos. Quizás no seamos buenos como seres que cohabitan, o incluso, no seamos buenos como personas. Sé que si te viera en la calle, aquella oleada de sentimientos, me golpearía como si llevara 100 años tomando impulso, esperando el momento en el que la frágil persona que soy junto a ti volviera a aparecer, esperando el momento en el que me dejara ir.. el momento en el que entendiera que no debo controlar todo.

Y entre mentiras y juegos, esto se acabó.
Aunque nos amaramos y creyéramos que podíamos serlo todo..

Espero no volverte a encontrar.
Jamás.

Espero que cuando estés de nuevo en un acantilado y saltes, alguien más esté dispuesta a atraparte.

Pero las cosas no podían quedarse ahí, tenía que volverte a escuchar, tenía que ver tus ojos, tenía que escuchar tu voz diciendo mi nombre por última vez. Tenía que subir mi mirada, encontrarla con la tuya, hacer todo lo que sabías que haría, porque al menos mientras pensabas en el qué pasaría, te importé... aunque tú me importes todos los días de mi vida.

No tengo idea de que decir ahora.. no tengo idea de cómo mirarte a los ojos, de como aceptar que a pesar de mis errores, me encantaría tener tu vida en mi vida.

Así que no diré nada.

El tiempo se lleva el recuerdo. Y tal vez, en cincuenta años, te preguntarás que fue de mi, escucharás nuestra canción y dos que tres lágrimas resbalarán por tus mejillas, y entonces.. entonces sabrás que siempre te he amado, y que siempre lo haré.